jueves, 28 de noviembre de 2013

Salgo con una chica que tiene fijación por mis axilas y me pide que haga “cosas” en las suyas. ¿Tendrá un problema psicológico?



 Su chica parece engrosar las filas del “parcialismo”, interés sexual por una parte específica del cuerpo que despierta tanto deseo erótico como los genitales, o aún más.  El “axilismo” es una de sus manifestaciones y su dama pareciera estar poseída por esta, en principio, inofensiva tendencia.  Si el grado de fijación es tal que la lleva a ignorar el trato con otras partes del cuerpo que usted añora y ella se obstina en ignorar, está en serios problemas, que también dependen de cuán placenteros son para usted los intercambios eróticos axilares.  Recomendamos el uso de desodorantes que no contengan sustancias irritantes.


He descubierto cremas depilatorias en el baño de mi novio, y me ha confesado que se depila el pecho y la espalda. ¿Tendrá tendencias homosexuales?



Es probable que su novio le haya ocultado sus preciados objetos cosméticos anticipando esta reacción en usted, que nos atrevemos a calificar de infundada.  Muchos caballeros exhiben con orgullo viril su frondoso pelaje en pecho y espalda,, mientras que a otros les resulta incómodo o antiestético, o temen que disguste a sus parejas.  Imposible adivinar la motivación exacta que conduce a su novio al acto depilatorio; pero es finalmente cuestión de gustos.  La moda impulsa a eliminar incluso todo el vello púbico; los “super machos” protagonistas de los filmes pornográficos heterosexuales se presentan completamente lampiños y nadie duda de su virilidad.  Intuimos cierta falta de comunicación entre su caballero y usted.


Mi nueva pareja no logra excitarse. He pensado invitarla a comer mariscos. ¿Es verdad que funcionan como afrodisiacos?


 
El término “afrodisiaco” (sustancia que incrementa el deseo sexual) se deriva del nombre de la diosa griega del amor, Afrodita, divinidad relacionada con la fecundidad y la energía primaveral.  Los frutos marinos han adquirido la reputación de despertar la excitación sexual, así como otras comidas y bebidas a lo largo de la historia.  Sin embargo, la ciencia no tiene pruebas concluyentes de que esto sea así, y se piensa que esta fama puede deberse al efecto placebo: el que se produce cuando una sustancia surte un efecto positivo en el “enfermo” porque éste cree firmemente que ella posee la capacidad de “curarlo”.  Dicho esto, no descarte que su dama, previamente convencida de los mágicos poderes de los mariscos, arda en el fuego de la pasión ante un suculento banquete marino.


Sospecho que mi hija está por tener o que ya ha tenido relaciones sexuales. Por más que la interrogo, no me lo confiesa. ¿Qué hago para que se cuide?




Es frecuente que las progenitoras no logren constituirse en espontáneo receptáculo de las confesiones íntimas de sus hijas.  Sin embargo, es preferible asumir que sus sospechas son fundadas, no sólo porque el olfato materno suele ser digno de credibilidad, sino porque en este orden de cosas vale mucho más prevenir que lamentar.  Creemos que seguir sometiéndola a interrogatorios puede ser tan inútil como contraproducente.  Abandónelos y concerte una cita entre su hija y un ginecólogo, que la orientará sobre los métodos anticonceptivos y de protección más adecuados, y le indicará cómo empezar a transitar o seguir transitando, por el buen camino, el Campo de Venus.


miércoles, 27 de noviembre de 2013

Sólo logro llegar al clímax si mi pareja repite mi nombre durante todo el acto sexual. ¿Es normal?



Su necesidad no es del todo rara, pero determinar científicamente sus causas escapa a nuestras posibilidades.  Convertida ella en exigencia, se arriesga a que su acompañante pierda la espontaneidad o se distraiga de los quehaceres amatorios a fuerza de verse obligado a repetir incesantemente “Angélica, Angélica…”.  Problema serio surgiría también si lo escuchara proferir un apelativo ajeno y dejara usted de hacerle honor a su propio nombre.  Lapsus semejantes han suscitado numerosos desencuentros y hasta crímenes pasionales.


Hasta los 30 años fui impotente, pero un día me excité al ver a una mujer miccionando. Desde entonces sólo me estimulo usando orina durante el acto sexual. ¿Debo preocuparme?



Le ha sucedido lo confesado por el eminente sexólogo Havelock Ellis, pionero en describir la “urofilia”: excitación exclusiva con la intervención de la orina durante el sexo.  Esta práctica suele llamarse “lluvia dorada”, aludiendo al momento en que el dios griego Zeus micciona un aguacero de oro para seducir a Dánae y la deja embarazada.  Sepa que son posibles la trasmisión de enfermedades o infecciones bacterianas de la uretra,  y la reacción alérgica a los componentes químicos de la orina.  Si su preferencia es extrema e incluye la bebida de dicho líquido (urofagia), contemple que si se ingiere en grandes cantidades son peligrosas sus concentraciones de sal y contenidos minerales.  Mejor vaya con cuidado.