lunes, 17 de febrero de 2014

Mi novio quiere tener sexo con comida y yo no me atrevo por temor a que me haga daño. ¿Será peligroso?


 
El sexo y la comida son placeres ancestralmente asociados y hay quienes utilizan el cuerpo como “lienzo culinario”  para proporcionarse regodeos exquisitos.  Ciertamente, mucho depende del menú.  Los manjares preferidos son la crema, los helados, los chocolates, las mermeladas, el yogur, la miel y, para los más lights, las frutillas.  ¿Carta exclusiva para dulceros?  La sal y otros condimentos pueden causar ardores nada deseables en ciertas partes íntimas.  Desaconsejados para el “sexo culinario” son el cebiche, por supuesto, y otros preparados con ají y limón.  Se recomienda degustar productos frescos y de buena calidad.  El peligro: abusar de la sazón y terminar apagando un fuego muy ajeno al de la pasión.


Mi enamorada quiere que le diga cosas constantemente mientras tenemos sexo y no me sale. Ella no deja de hablarme y me distrae ¿Qué puedo hacer?


 
Proferir palabras –románticas, empalagosas, soeces o violentas- durante el acto sexual tiene un efecto altamente erotizante en algunas personas y en otras, como usted, precisamente el contrario.  El pedido de su dama pareciera caer en terreno infértil, ya que este tipo de intercambio requiere de una dosis mínima de espontaneidad.  Dado que el diálogo pareciera inviable en el Campo de Venus, inténtelo fuera de él.  Quizá le sirva recurrir al poeta Neruda y recitarle a su dama: “Me gustas cuando callas porque estás como ausente, / y me oyes desde lejos,  mi voz no te toca. /  Parece que los ojos se te hubieran volado / y parece que un beso te cerrara la boca”.


A veces tengo problemas de impotencia con mi pareja y a ella no le molesta, pero me preocupa que llego a eyacular sin erección. ¿A qué se debe?




La eyaculación sin erección es perfectamente posible, dado que los reflejos de la erección y los de la eyaculación son neurofisiológicamente distintos: durante la erección, los cuerpos cavernosos del pene reciben mayor afluencia de sangre y sus vasos se dilatan, y en la eyaculación se expulsa el semen a través de la uretra.  Estos dos procesos diferentes, que usualmente se asocian, en usted se dan por separado.  El hecho de que el disfrute de su dama no se vea menguado por el singular comportamiento de su miembro viril demuestra que ella, afortunadamente para ambos, no engrosa las nutridas filas de quienes otorgan una importancia exagerada a la penetración.


jueves, 13 de febrero de 2014

Sospecho que mi hija está por tener o que ya ha tenido relaciones sexuales. Por más que la interrogo, no me lo confiesa. ¿Qué hago para que se cuide?




Es frecuente que las progenitoras no logren constituirse en espontáneo receptáculo de las confesiones íntimas de sus hijas.  Sin embargo, es preferible asumir que sus sospechas son fundadas, no sólo porque el olfato materno suele ser digno de credibilidad, sino porque en este orden de cosas vale mucho más prevenir que lamentar.  Creemos que seguir sometiéndola a interrogatorios puede ser tan inútil como contraproducente.  Abandónelos y concerte una cita entre su hija y un ginecólogo, que la orientará sobre los métodos anticonceptivos y de protección más adecuados, y le indicará cómo empezar a transitar o seguir transitando, por el buen camino, el Campo de Venus. 

martes, 11 de febrero de 2014

Sé que tengo que tomar precauciones, pero cuando trato de ponerme un preservativo mi erección se pierde. ¿Qué puedo hacer?



No son pocas las erecciones que trastabillan frente al tan necesario y, también para usted, antipático adminículo de protección, que suele aparecer como un verdadero bache en el fluido y natural transitar por el Campo de Venus: colocárselo no solamente supone la suspensión de las acciones, un paréntesis forzado, sino que obliga a una ejecución tan virtuosa que ataje las inseguridades, que siempre acechan.  Quizá su pareja debiera compartir su tribulación y encargarse, alegremente, de dicha colocación, trocando, así, su tormento en fantasía.



Estoy pasando por la menopausia, tengo incontenibles ataques de excitación en los momentos menos apropiados, pero a solas con mi pareja no siento ganas.




No queremos alarmarla, pero los síntomas que describe coinciden con los del Síndrome de Excitación Sexual Persistente, trastorno que ha sido documentado recientemente por médicos y que, al parecer, afecta sólo a las féminas.  No se conocen a ciencia cierta sus causas, pero se cree que, consecuencia de una irregularidad en los nervios sensoriales, ataca a las damas que atraviesan la postmenopausia, a aquellas con tratamientos hormonales y a quienes han abandonado antidepresivos.  Comprendemos que, cualquiera sea su causa, esta indiscreta irrupción de la lujuria se convierta en una auténtica pesadilla, más aún si el deseo no encuentra otro lugar que el vedado.  Le sugerimos buscar de inmediato ayuda médica.