miércoles, 30 de julio de 2014
¿Puedo morir durante el coito si he tenido un infarto hace seis meses? Cada vez que tengo relaciones me asalta este terror.
Tengo muchos vellos alrededor de los pezones y entre los pechos. No me avergüenza ni afecta mis relaciones sexuales, pero me preocupa que sea una enfermedad.
La cantidad normal de vello en esas áreas femeninas es variable. La mayoría de mujeres porta un vello fino o pelusa de durazno; cuando éste es excesivo, grueso y oscuro, se sospecha de hirsutismo, afección generalmente hereditaria, pero inofensiva. Sólo debiera preocuparse y consultar al médico para descartar patologías subyacentes si su pelaje creciera muy rápidamente, si tuviera problemas para bajar de peso o con sus períodos menstruales, si sufriera de acné y si detectara en usted rasgos masculinos como el incremento de masa muscular, la disminución del tamaño de las mamas y el engrosamiento de la voz. Si no, puede seguir como la orgullosa dama de pelo en pecho
He conocido a alguien por Internet y me ha pedido que antes de que tengamos sexo “real” me haga el “Príncipe Alberto”. ¿Qué quiere decir?
No nos parece que le estén solicitando disfrazarse
del susodicho noble, sino que se efectúe el piercing
llamado “Príncipe Alberto”, perforación genital popularizada desde los años 70.
Cuentan que el monarca lo utilizó para
controlar su largo pene bajo los pantalones ajustados. Un aro o una barra se colocan en el extremo
del miembro penetrando la uretra y salen por el frenillo. Si accede usted, acuda a un local con
personal especializado, dotado de instrumentos esterilizados y elija
cuidadosamente el material del ornamento.
Advertencias: ya que éste puede modificar el flujo de la orina, deberá
afinar su puntería; si decidiera deshacerse del adorno algún día, quedaría un
agujero por donde podrá salir este líquido; y si tiene usted diabetes,
hemofilia, epilepsia o alergias, no es apto para piercings en sus partes íntimas.
¿Es cierto que teniendo sexo entre chicas no hay riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual?
Esta creencia, falsa y extendida, se basa en la
peregrina idea de que la ausencia de contacto con el miembro viril exime de
esos peligros. Entre las féminas hay
riesgo de transmisión de VIH y otras ETS, como el virus del papiloma humano, la
sífilis, el herpes y la vaginitis. Las
damas deben tomar medidas, por aparatosas que parezcan, para evitar el
peligroso intercambio de fluidos corporales (sangre y secreciones vaginales):
usar protectores durante el cunnilingus y el roce sexo-sexo, evitar contacto
con la sangre y forrar con nuevos preservativos juguetes sexuales al
intercambiarlos. El sexo lésbico está
sujeto a riesgos semejantes a los que comporta el heterosexual y las
precauciones debidas son, esencialmente, las mismas.
jueves, 3 de julio de 2014
Mi novio quiere convencerme de amarrarme para tener relaciones. Dice que es un “arte” muy antiguo. La idea me acelera el corazón, pero no sé si es por excitación o miedo. ¿Seré anormal?
Los japoneses crearon muy sofisticadas técnicas de
amarre y llamaron shibari a este arte
destinado a inmovilizar a sus prisioneros.
Desde el siglo XIX, se hizo conocido como práctica erótica, bastante
habitual y con muchas variaciones. Arte
o no, nuevo o antiguo, este proceder comporta considerables peligros. Al quedar la persona atada a merced del
atador, serían condiciones indispensables –aunque quizá utópicas y nunca garantes del todo- la confianza, el
respeto de límites y precauciones prácticas.
Si lo suyo es miedo o excitación, imposible saberlo; en estas lides, la
frontera entre ambos sentimientos suele presentarse borrosa. Desaconsejamos absolutamente adentrarse en
estos terrenos con acompañantes poco conocidos.
Mi esposa últimamente no quiere tener sexo porque, según ella, le duele la cabeza. ¿Será verdad?
Aunque las cefaleas se hayan ganado la fama de
pretextos, demos por cierto lo que dice su dama. Cuéntele que, según diversos estudios, el
sexo podría lograr la desaparición parcial o total de sus dolores de cabeza, sobre
todo si éstos son de origen vascular, pues descomprime las arterias
extracraneales que los provocan. La
liberación de serotonina, neurotransmisor que interviene durante la actividad
sexual, contribuiría también a aliviarlo.
El sexo, pues, lejos de óbice, podría constituirse en tratamiento
ideal. Aunque su dama ignorara la causa
de sus dolores, sabría ya que 3existe una posibilidad que valdría la pena
considerar.
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